09 septiembre, 2017

53 No ~ Stalgia

Las rutinas me aburren, pienso que son las culpables de no hacernos avanzar. Cada vez que cierro una etapa de mi vida siento la necesidad de realizar varios cambios, ponerme retos, dejar varias cosas atrás y conocer otras nuevas; personas, lugares, momentos, sensaciones.

No siento nostalgia al mirar atrás. Y a veces tengo la sensación de que nunca he echado de menos. Jamás me vais a escuchar decir "Joder, que tiempos aquellos", y jamás nadie lo va a escuchar, hasta el día en el que muera, que es cuando espero poder decirlo. Porque siempre pienso que lo mejor no me ha pasado todavía, está por llegar. Por eso por muchas caídas que tengo, éstas no me impiden avanzar.


No existen bucles para mí, y espero no quedar atrapada nunca en un momento.


23 agosto, 2017

52 ~ Todos ellos

Aquellos que sanaron las heridas de sus recuerdos. Aquellos que una vez tuvieron roto el alma. Aquellos que aún palpan sus cicatrices mentales. Aquellos cuyos cuerpos se inundan de marcas de guerra. Aquellos que no temen amar. Los valientes.

Aquellos que aún saben sonreír. Aquellos cuyos corazones aún laten y tiemblan. Aquellos que aún creen en las personas. Aquellos que nunca se rinden. Aquellos que saltan las piedras de su camino. Los fuertes.


Aquellos que tienen mil historias que contar. Aquellos que nunca han perdido la esperanza. Aquellos que no construyen futuros. Aquellos que te hacen volar. Los soñadores.


Aquellos que te regalan su corazón. Aquellos que despedazan pétalos de flores en tu honor. Aquellos que te dedican sus silencios y sus ruídos. Los románticos.


Aquellos que con una mirada resumen mil palabras. Aquellos que con una caricia te muestran un nuevo mundo. Aquellos que con un beso te hacen perder la noción del tiempo. Los amantes.


Aquellos que aún miran hacia arriba cuando llueve. Aquellos que mantienen la mirada firme contra el viento. Aquellos a los que se les eriza el vello al entrar en contacto con el sol. Aquellos que buscan la estrella más brillante durante una noche nublada. Los aventureros.

Los valientes. Los fuertes. Los románticos. Los soñadores. Los amantes. Los aventureros. Porque amar te destruye y te da la vida al mismo tiempo, y ésta no sería la misma sin estas personas.

17 mayo, 2017

51 ~ Me quité los zapatos

En este mismo instante el mundo cuenta con 7.505.175.125 habitantes, nunca estaremos solos.
No dependo de nada ni de nadie, y siento el alivio de que nadie depende de mi. Estoy plantada frente al mundo, y me doy cuenta que la soledad no existe; siempre nos tendremos a nosotros mismos, y ver que somos capaces de tanto, me hace pensar que es triste porque jamás nos imaginamos lo fuertes que podemos llegar a ser.

Todo depende de una mirada, y tal vez una sonrisa. Un latido, un escalofrío. Depende de conocer y dejar pasar, de aprender, y de amar. A dejar de creer en mitades, y ver que si nos sentimos vacíos no nos debemos completar por otros, sino debemos dibujarnos, crearnos, construírnos, a base de cada pieza que nos encontramos por nuestro camino y ponerles nuestro nombre, hacer esas piezas nuestras. Hacer todo lo que hagas con el corazón; siempre siento que se me sale del pecho, porque no hay nada más bonito que, a parte de ser capaz de vivir, ser capaz de sentir la vida.

Me cojo de la mano, y siento que soy el único apoyo que necesito. Saber que yo puedo, con todo y más. Canalizar toda esa energía y convertirla en fuerza, en valentía. Quitarme los zapatos y sentir que ahora tengo un peso menos, y después pisar bien fuerte. Plantarle cara a la vida.

Aún no sé si fui yo quien se escapó de mi propio vacío, o si el vacío que sentía se desprendió de mi. Pero no me he dado cuenta de lo infeliz que era, hasta el momento en el que he sido realmente feliz. Y por eso, hoy me quiero dar las gracias, por haberme dado el empujón que necesitaba, y por hacerme ver que mi vida se dirigía hacia otro camino, el que recorro ahora. El cual sin ser del todo consciente ansiaba por recorrer, el que me hacía falta.

Pero esta vez no lo recorro andando, he preferido hacerlo volando.

You can still be what you want to, what you said you wer

https://www.youtube.com/watch?v=XIRmAIMjevE

11 marzo, 2017

50 ~ O llámalo felicidad


Es de afortunados y valientes saber alegrarte por la felicidad que sienten aquellos que una vez te hicieron daño. Sin sentir odio, ni tan siquiera guardar rencor. Somos pocos los que sentimos auténtica tranquilidad al mirar atrás, somos pocos los que somos capaces de recordar incluso las pesadillas, recordar con alegría me atrevería a decir, porque esas pesadillas no eran más que una parte de la vida que nos ha hecho crecer como persona. Porque cuando hieres a alguien solo pueden pasar dos cosas: Lo destruyes o lo vuelves indestructible. Y quiero dar las gracias a mis alegrías y desgracias, por hacerme un favor y brindarme la oportunidad de hacerme más fuerte.

Si algo no funcionó es porque no estaba hecho para mí, algo mejor está por venir, siempre fue y seguirá siendo así. Por esa razón, y ninguna otra, simplemente lo solté, lo dejé ir. Porque algunas veces ganas, y otras veces simplemente te das el capricho de aprender... Y que bonita es la sabiduría. Con ello me permití la oportunidad de volver a saborear todos aquellos pequeños momentos de los cuales me olvidé, de placeres, de volver a vivir, resurgir. Sobretodo saboreo la libertad, hacía tiempo que no me sentía libre, la cruda verdad, porque a veces cuando más solo crees estar, más acompañado te sientes. Te das cuenta que son muchas las personas que pueden darte cariño, pero pocas las que saben hacerte sentir realmente querido. Y eso conmigo siempre fue un auténtico desafío. Tal vez sea esa la razón por la que intenté mantener con vida algo que hace tiempo debió morir. Aprendí a darme cuenta que mi vida es solo mía, y por mucho que quería compartirla soy yo misma quien debe saber cómo sacarme una sonrisa a final del día.

Llámalo paz, tranquilidad, o alegría. Llámalo optimismo, o tal vez simplemente sea felicidad y no me he dado cuenta hasta ahora.

08 febrero, 2017

49 ~ La piel de gallina

He sentido un escalofrío. De esos que recorren todo el cuerpo, de pies a cabeza y desde la cabeza a los pies, y otra vez la misma vuelta.
Uno de esos escalofríos que hace tiempo que no siento y que dibujan una sonrisa en mi cara.

Primero no me lo he creído, y he tenido que verificar con mis propios ojos lo que he sentido. Entonces derramé una lágrima, y fue entonces cuando me dí cuenta que vuelvo a sentir.

Vuelvo a sentirme viva... Y que maravillosa sensación.

www.youtube.com/watch?v=x2Vi5YU_zzw

31 enero, 2017

48 ~ El principio, no el final.

A veces te tienes que perder para volver a encontrarte. Pararte en mitad del camino y reflexionar. Tal vez incluso sentarte, inmóvil; pero no durante mucho tiempo. Tomarte el tiempo justo para pensar en lo que puedes perder y en lo que puedes ganar, preguntarte si te sientes bien contigo mismo haciendo lo que haces, si sientes que estás siéndote fiel a ti mismo, también si quieres seguir por el mismo camino, o tal vez volver atrás, o salirte del camino y buscar otro. Pero no pierdas mucho tiempo, ni malgastes el tiempo de los demás.
No importa la decisión que tomes, lo importante es volver a encontrarte, saber quien eres y lo que vales. No tener una idea de ti mismo implantada por otra persona. No dejar que nadie te etiquete. No permitir que alguien te haga sentir que no vales nada. Necesitas tiempo para reflexionar, para volver a amar, pero sobretodo amarte a ti mismo para poder amar a otros.
En mi opinión, lo más importante es sentirte limpio; tener una mirada sincera y pura. No importa que esa mirada sea la más triste, ni la que más desgracia haya visto, lo importante es poder mirarte a los ojos, incluso cuando tu mirada esté bañada en lágrimas, porque cuando sientes esa tranquilidad recorriendote el cuerpo, el desorden de tu mente se ordena solo. Porque la traición es únicamente algo que pueden llegar a emplear aquellos que no hayan podido comprender el gran tesoro que se posee siendo dueño de una conciencia honrada y pura. Y eso les deja con una mirada manchada, posiblemente hasta la eternidad.

A veces pasa, que nos acostumbramos a caminar en línea recta, y a nuestro camino le hemos construido muros que no nos dejan mirar alrededor. Crece la costumbre de mirar siempre hacia delante. Seguimos andando por ese camino porque pensamos que en algún momento, tal vez al final, encontremos algo fascinante, pero con el tiempo, y con suerte, nos damos cuenta que solo veremos un ladrillo tras otro. Siempre ves y sientes lo mismo, y cada ladrillo está cementado con miedo. Miedo por saber qué te espera junto al próximo paso que darás, sin saber que sentirás lo mismo que hace dos pasos atrás.
El miedo hace que reprimamos o alarguemos una despedida, a veces necesaria, porque no queremos sentirnos solos; es una semilla que hemos cosechado en nuestro interior, siendo alimentada por el sentimiento de soledad, que en verdad solo existe porque nos han echado encima una manta de cariño que hace que nos sintamos protegidos. En ese momento debemos pensar que ya hemos estado solos antes, y que probablemente fuimos más reales que nunca. Fuimos nosotros mismos, sin complejos, sin mentiras y sin sentir la necesidad de cometer atrocidades. En aquel entonces fuimos sinceros, puros, sin haber sufrido ningún tipo de dolor, inocentes, sintiendo que la vida es como pasear por un campo de flores, alegres, asomando por nuestro rostro miles de tímidas sonrisas, confiados, sin siquiera pensar que en el mundo existe algo como la maldad.

Durante nuestro camino, y tras varias pisadas de miedo, aparte de ladrillos, también podemos encontrarnos personas que hacen mucho ruido, pero cuanto más ruido hagan debemos ser conscientes que en su interior solo suena el eco del silencio. Son personas que intentan enmascararse con la esencia de otros. Personas vacías que se alimentan de los demás. Personas que gritan a los cuatro vientos lo que son, porque realmente no se conocen. Gritan porque cuanto más alzan su voz, más se convencen a sí mismos de algo que carecen. Lo necesitan. Son personas a las que nadie pregunta, y por eso tienen la necesidad de hacerlo saber.

También podemos encontrarnos con personas por las que creíamos sentir un amor incondicional, demasiado grande y poderoso. Personas por las que creías que ibas a luchar hasta no poder más, por las que recorrerías el mundo una y otra vez, y por las cuales hasta irías a la Luna. Aquellas personas por las que sonreías incluso cuando menos te apetecía, solo para ver su sonrisa también. Personas con las que compartir una vida, incluso construir un futuro. Pero un día dejan de ser quienes eran, y simplemente no los volvemos a reconocer. No sabes muy bien si es que se han quitado la máscara, o tal vez simplemente se la fuesen a poner. Y entonces el corazón se siente confuso, porque la persona a la que amabas ya no existe, sin importar lo que haya podido pasar. Recuerdas y encuentras sentimientos por una persona que ya no está, y que ya nunca más volverá a estar. Se convierte en un amor triste y vacío. Inexistente.

Entonces ponte a pensar. Destruye esos muros que te impiden ver. Acaba con ellos. Y si no te gusta el camino, sal. Camina por mitad del bosque si hace falta. O métete en el mar. No te encierres entre muros, no te impidas ver más allá. Te sorprendería todo aquello que puedes llegar a encontrar fuera de tu camino, fuera de tu zona de confort. La vida te sorprenderá, eso te lo aseguro. Pero siempre camina sin miedo, y con la cabeza bien alta.

Y dicho todo esto… Quiero remarcar que los peores cambios y las peores experiencias son las que nos hacen crecer y ser mejor persona. Dicen que el dolor puede llegar a ser el sentimiento por el cual más podemos aprender, el que más nos ayuda y el que nos impulsa a seguir hacia adelante, también. El mundo sigue girando, el tiempo sigue pasando, es tu elección si quieres quedarte mirando, o actuar.
Todo sucede por alguna razón, y si no es ahora, en un futuro. Pienso que cualquier cosa negativa que puede llegar a suceder, tendrá un impacto positivo en tu vida, quizás no ahora, pero en algún momento, y seguramente cuando menos te lo esperes. La vida te da la oportunidad de vivir un cambio. Y ten claro, que jamás puede pasar algo lo suficientemente malo como para dejar tu vida de lado. Nunca olvides quien eres, ni por la persona que más puedas amar en el mundo. Sé fiel, a ti mismo y a los demás. Sé esa persona que pueda recordar sin remordimientos. Sé esa persona que al mirarte a los ojos puedas sonreír. Sé esa persona libre de cargas. Sé esa persona que duerme tranquila sabiendo que ha hecho todo lo posible por satisfacer la felicidad de otros, pero también la de uno mismo. Sé esa persona que se siente igual de bien estando acompañada que sola. Sé esa persona que actúa sin maldad. Sé esa persona de la cual tú mismo puedes sentirte orgullosa.
Vive, perdona, recuerda, y ama. Y si te olvidas, mírate al espejo.

05 enero, 2017

47 ~ Heridas y sal

Creía que en algún lugar oscuro de mi mente se encontraba aquel botón, el que al pulsarlo hace que se apaguen las luces y se baje un telón. No importa cómo acaba el guión, es un paso tras otro sin llegar a ningún lado; sigo atrapada en aquel rincón.

Ya no son paseos de caricias, paseos que nacían desde los extremos de tus dedos. Ahora sigo con mis uñas las cicatrices que me dejaste tras enseñarme el camino que me llevó al mar. Rajo y marco los caminos para poder recordar.
No importaba la marea de aquel día, cada ola, cada golpe, solo era un motivo más. Me encaminé lentamente dentro del mar pensando que la Luna me haría inmortal, pero ilusa de mí solo sentí como mis pies cada vez pesaban más. Eran pesos los que me arrastraban hacia el final.
Entonces te vi junto a mí, tus brazos se convirtieron en cadenas y tu boca en candado. Y una vez toqué fondo, sabía que era el momento esperado, ya no iba a sentir nada nunca jamás.

Pero al diablo no se le puede engañar. Y entonces el dolor volvió a emerger, a resucitar. Tras haber sido sumergido bajo el mar de lágrimas, el dolor salió de nuevo a flote. Ni las cadenas más duras, ni la cerradura más fuerte; nada consiguió impedir que las heridas se alimentasen de la sal y volviesen a escocer.

Me encontraba buceando, intentando llegar a la superficie, aunque sinceramente no sabía muy bien lo que estaba buscando. Realmente me conformaba con un rayo de luz, de claridad, de verdad. Pero lo único que encontré era un golpe contra la realidad.
No había botón. No había telón, ni mar, ni sal, ni guión.

Solo fue el sueño de una niña con el corazón roto.